domingo, 9 de abril de 2023

74 días Guerra de Malvinas

 Agustín María Palmeiro Fajo



La primera novela de este narrador argentino, inspirada en la Guerra de Malvinas, acaba de salir en nuestro sello por la colección Letras del maíz. La acción que se relata en sus más de cuatrocientas páginas es una indirecta invitación a la reflexión sobre los sucesos de 1982 y la historia de ese archipiélago en la plataforma argentina en la que no sólo Gran Bretaña sino también la OTAN han montado -gracias al robo y al no reconocimiento de la soberanía argentina- la mayor base militar en tierras australes. Más allá de este miserable presente, de la traición de USA ante la, más que inocua, inservible OEA, ese territorio le corresponde a La Argentina, es Argentina y, en un sentido mayor, es parte de Iberoamérica. Se ha perdido una guerra, no por eso la razón y la verdad, con toda su significación, sobre esas Islas y el mar que las rodea. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas.

 

Héctor Alvarez Castillo

 

La novela de Palmeiro tiene permanente suspenso. El lector obviará lo que sabe del momento, el retorno de las Malvinas a ser las Falkland para el Reino Unido, la derrota argentina. No hay espacio para ello, la incertidumbre de la trinchera, el hambre, las constantes preguntas y los juegos infantiles entre soldados, de una juventud que sabemos se va, el dedo en el gatillo, la humedad, el sueño, la mugre, otra vez el hambre, lo impiden. El lector convertido en combatiente, atrincherado hasta un final que también es de alivio para él, con la posibilidad abierta de que, superadas sus emociones, se convierta en juez, incluso con tantos años de retraso. ¿Novela de esperanza? Quizá alguien la entienda así. Para mí fue de tristeza, la de despedirse del Monte Longdon que defendieron los colimbas argentinos y que se aleja en la niebla cada vez más hasta perderse para siempre.

 

Líneas tomadas del prólogo a la obra, escrito por Claudio Ferrufino-Coqueugniot.

 

 



domingo, 2 de abril de 2023

Los poemas y los ríos

Héctor Alvarez Castillo 



Este volumen reúne cuatro poemarios del fundador de la Revista de Poesía El barco ebrio en la década del ochenta y su colección homónina.




Palabras a modo de prólogo

 

Fue por el año 1988, en una decena de días y conducido por más de un demonio y algún ángel extraviado, cuando escribí ese primer poemario. Allí nació El faro de la tempestad y, sin saberlo, daba comienzo esta aventura de extensas regiones, ya no de tierra sino de agua, que hoy albergan parte de mi poesía. En mi obra, este volumen es la reunión del corpus poético, además de Memorias de la Guerra Guasú, que no tengo otra manera de designar que como poemas-ríos. Estos poemas extensos, de gran aliento, con instantes y pasajes altos, así como declives naturales, coinciden todos en la búsqueda de un sentido y un ritmo, una voz que no sea echada a un lado y que permanezca.

 

De El faro de la tempestad a carta a la luna hay un proceso poético de más de tres décadas, las diferencias son evidentes, incluso desde lo gráfico, desde el trabajo en el papel que es un dibujo hecho con versos y caprichosas estrofas.



En ellos he sentido que no sólo eran el cobijo, la forma cómoda para la expresión, sino la necesaria forma a pulir, labor limae, la matriz en la que iba a dar a luz estos ríos. Los ríos tienen un curso propio, el cuerpo con el que nos llegan, tienen sus accidentes, sus meandros, sus metáforas en la tierra que los alberga. Algunos alcanzan el mar, otros quedan mediterráneos. Y estos poemas-ríos están escritos en la esperanza de que en algún momento el agua fluya, y en esa corriente de agua fresca y cristalina también fluya la palabra y se haga voz la poesía. La recepción de ellos, publicados en libro junto a otros poemas, poemas sueltos, poemas de otra sustancia, ha sido variada pero no indiferente. La palabra es deseo mereció un premio y la edición por parte de la Fundación Victoria Ocampo, además de una traducción íntegra al italiano y su correspondiente edición bilingüe en Roma. El faro de la tempestad logró distintas ediciones en medios periodísticos, suplementos culturales y sitios Webs. carta a la luna, elogiosos juicios del poeta y ensayista Santiago Sylvester y un generoso prólogo de Carlos Abraham. Esas bocas marinas ha capturado la atención del escritor Fernando González Oubiña. Su destino por separado no ha sido lo que se dice malo. Aquí reunidos llegan al lector tal vez con una contextura que le da una robustez distinta. Sus aguas deben reunirse, aumentar su cauce y bañar los lindes de su patria.



 



carta a la luna y otros poemas


Héctor Alvarez Castillo 



Este libro inédito hasta ahora del poeta ganador en 2011 del Premio a la Poesía otorgado por la Fundación Victoria Ocampo ha sido prologado por el escritor y también poeta Carlos Abraham.






GOTAS DE UNA CLEPSIDRA

 

Carlos Abraham

 

 

Entre las dos guerras mundiales, se desarrolló en Europa una corriente literaria llamada poesía pura. Se oponía al exceso de retórica, buscando la esencialidad expresiva a través del despojamiento estilístico, con el objetivo de abordar las preguntas fundamentales del hombre (el sentido de la vida, el paso del tiempo, la muerte, la divinidad, la naturaleza del yo, etcétera). Reducía el texto a su más breve expresión, para que toda palabra fuera importante, para que el lenguaje no se interpusiera entre el lector y lo dicho. Es decir, para que la desnudez retórica permitiera el contacto directo y sin intromisión de velos con ese destello llamado poema.

    La corriente tuvo algunos de sus principales exponentes en España, como Juan Ramón Jiménez, Dámaso Alonso (pese a ser un estudioso de un poeta tan complejo como Góngora), Jorge Guillén y León Felipe. Este último acuñó una de las definiciones más precisas de la nueva estética:

 

Deshaced este verso,

quitadle los caireles de la rima,

el metro, la cadencia

y hasta la idea misma...

Aventad las palabras...

y si después queda algo todavía

eso

será la poesía.

 

No es casual que el primer poema de este libro, que busca una similar incandescencia, sea una elegía a Juan Ramón Jiménez. Su ubicación inicial marca la tónica del resto de la obra, a la manera de un manifiesto estético, de una declaración de principios. Por otra parte, es el único texto donde hay una referencia a un escritor (exceptuando una dedicatoria a Primo Levi), lo cual aumenta la importancia del gesto de afiliación. Cito unos versos:

 

Con poco o nada,

con palabras

que en tu voz

eran verbo:

creabas poesía.

iluminabas

el verso solitario

 

El término verbo, por supuesto, no refiere a la categoría gramatical, sino al discurso lírico en su estado más puro. Se trata de una acepción de origen religioso, ya que verbum es la versión latina del griego logos (λóγος), que originalmente significaba palabra o discurso y luego fue resignificado para designar a Cristo. El simbolismo del siglo XIX, a partir de su noción del poeta como Vate, como sacerdote de la palabra, volvió a resignificar el término, usándolo para designar la poesía en estado puro. Es decir, la busca estética de la esencialidad, de la Verdad, de la conexión íntima del sujeto con los misterios de la existencia. El discurso lírico se despoja de las limitaciones cotidianas del lenguaje, incluso de las limitaciones del significado usual de las palabras, y explora el mundo externo o interno. En ese proceso, construye su propio camino, su propio instrumento de percepción, para llegar a una visión más plena, auténtica y despojada de preconceptos de su referente. Como dijo Kafka, la poesía es una expedición a la verdad. Es una concepción no demasiado alejada de la que Wittgenstein tenía de la filosofía: un sistema para eludir el pensamiento convencional, las cómodas doxas acuñadas por la tribu, y acercarse (aunque nunca llegar, debido a las limitaciones humanas) al Ser.

    Como en toda lírica auténtica, el estilo y el sentido de este libro no están separados, sino que constituyen una unidad. Lo cual me hace recordar una conocida anécdota: alguien le dijo a Mallarmé que tenía muchas ideas para escribir poesía, pero que siempre fracasaba, y Mallarmé respondió La poesía no se hace con ideas sino con palabras. Es decir, la poesía no trabaja únicamente en el plano de las ideas, sino que es un compromiso entre el sonido y el sentido, una tierra de nadie entre la música y la filosofía (para mencionar los puntos más extremos del arco iris). Un ejemplo es el “Himno a la belleza” de Baudelaire, donde la estructura contrapuesta de los versos, llena de antítesis y de oscilaciones semánticas, busca representar las tensiones y la indeterminación de la modernidad.

    Ello ocurre en Carta a la Luna y otros poemas, donde la brevedad de los versos genera la impresión de gotas que caen de una clepsidra. A veces, revelando lentamente el sentido al sediento lector; a veces, moviéndose en torno al sentido, acercándose y alejándose, para que el lector lo reconstruya en un proceso participativo. Una dicción estremecida, que acaricia lo que nombra, en un lento descubrimiento. Son versos que requieren una lectura pausada, como si se estuviera realizando una invocación (¿y acaso no es el fin de la poesía devolver la magia a las palabras?).

    Destacaré algunas piezas. “Desnudos, bajo el aguacero” versa sobre la indefensión humana ante el paso del tiempo y la muerte. “El día vendrá”, sobre la extrañeza íntima del individuo ante su entorno, ante ese caos llamado realidad, en el que adoptamos rutinas, costumbres, afectos y aversiones que quizá no nos expresan íntimamente, y que pudieron haber sido diferentes de haber sido otras nuestras circunstancias. Esa situación de extranjería existencial, que lleva a cuestionar la naturaleza del yo (rompecabezas armado por la acumulación de hechos casuales a lo largo de la vida), es expresada claramente en el verso Es un país extranjero el país en que nacimos. “Mar, mare” plantea que en ciertos casos esas experiencias vitales permiten el autoconocimiento, como los satoris provocados por la belleza y por el amor (el verso más significativo a este respecto es En tu encuentro, mi encuentro).

 


   Esta conexión con lo oscuramente central, con lo oscuramente visceral, también aparece en mi poema preferido del volumen, “Los ríos salvajes”. En él, el sujeto de la enunciación declara que ha aprendido los nombres de los ríos salvajes, lo que hará que nada lleve a su voz a inclinarse al abismo. Tales ríos, de los que nada se dice, constituyen una entidad que adquiere carga semántica a causa de su propia indeterminación. Su misterio hace que el lector los llene con múltiples significados (que pueden coincidir o no con la intención autoral), lo cual incrementa su impacto. Un poco como ocurre en el cuento “El definitivo”, de Leopoldo Lugones, sobre un extraño individuo en un manicomio. Nada se dice de él, a excepción de ese apodo, lo que lleva al lector a sumergirse en un riquísimo mundo de especulaciones acerca de su naturaleza: que se trate de un Übermensch, del siguiente paso en la evolución humana, de un ser angélico, etcétera.

    Para concluir, creo necesario decir que este libro, escrito con una sensibilidad poco común en la lírica de estos tiempos, trascenderá tales tiempos y será considerado una creación imprescindible en el conjunto de la literatura argentina.





 




domingo, 6 de junio de 2021

Proceso de cambio

María del Carmen Barcia

Praxis de intervención psicosocial en un Organismo Público

 

Proceso de cambio, obra de la investigadora María del Carmen Barcia, es el cuarto volumen de la colección La ciudad del hombre del sello Alvarez Castillo Editor, título que se suma a una bibliografía breve en nuestra lengua y en nuestro país sobre el tema que nos adelanta el subtítulo: Praxis de intervención psicosocial en un Organismo Público.

En palabras del Asesor de la colección, Daniel Yarmolinski:

A priori y ya en sus manos, este libro puede tener la apariencia de una sistematización de la praxis psicosocial plena en experiencias obtenidas durante dos años en un Organismo Público, fruto de más de veinte años de una profesional de la Psicología Social. Lo es, pero sólo en parte, porque al revelarse, el trabajo de María del Carmen Barcia me atrevo a asegurar engrosará las publicaciones que esta especialidad ha merecido en su historia. Pero indefectiblemente, con el calificativo de distinguido, por ser un aporte desde una necesaria mirada decolonial.

Es decir: la aportación de este trabajo,  es primeramente a la liberación epistémica, porque se enraíza en  una mirada “ético-crítica”, del Otro ser humano,  visión que viene desarrollándose de manera mítica en el esclavismo del antiguo Egipto o en la justicia del Código de Hamurabi, o en el pensamiento y acción práctica de Bartolomé de las Casas, o en Marx, o en la Ética de la Liberación propuesta por Enrique Dussel, opuesta a los efectos de la globalización y de la exclusión, que los tiempos de pandemia desnudaron nuevamente.

Este libro de María del Carmen Barcia hoy Presidenta de APSRA (Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina), no es solamente un relato de experiencias, es un trabajo dis-tinto, en tanto pone la escucha en la voz de las víctimas del sistema-mundo, desbordando las fronteras, sacándolo de la limitación de lo habitual en cada acotación que, desde otras categorías presagian-tal vez- una nueva línea, dentro la psicología social creada por Enrique Pichon-Riviere.

Es de esperar que ECRO del que habla se nutra también con el pensamiento liberador de la Filosofía de la Liberación, y que la fantasía del encuentro que menciona en el inicio de su texto entre Pichon, Freire y Dussel, sea el punto de partida para nuevos desarrollos epistémicos, donde la Psicología social argentina incorpore a las Epistemologías del Sur, que no se resignan a la colonialidad, el patriarcado y la exclusión,  como efecto del capitalismo salvaje.

 



SUMARIO


Dedicatorias

Agradecimientos

Recordatorios

Prólogo de Fernando Fabris

Prólogo de Joaquín Pichon-Rivière

Pre-argumentaciones

Introducción

Breve historia para contextualizar la praxis

Origen de la propuesta: Formador de Formadores

Proyecto de intervención

Un punto de partida: La fusión de los Organismos. Efectos de los cambios involuntarios en la subjetividad

Breves consideraciones sobre la conducta

 

PARTE 1:

Primer Módulo: Contenidos teóricos

1er. Power-Point: Las Revoluciones Industriales

El Trabajo en Cadena

Los Precursores: Elton Mayo y la Teoría de las Relaciones Humanas

Kurt Lewin y la Teoría de Campo

George H. Mead y el Interaccionismo simbólico

Enrique Pichon-Rivière y la Teoría del Vínculo

La Comunicación Humana: La Escuela de Palo Alto

Técnicas utilizadas en el 1er. Módulo

Emergentes del 1er. Módulo y Apropiación conceptual

In-conclusiones acerca del primer módulo

 

PARTE 2:

2do. Módulo y 2do. Power-Point: Trabajo en equipo

Su éxito radica en:

Elementos que facilitan el trabajo en equipo

Consenso

Obstáculos más comunes. Sinergia

Cooperación. Bases del trabajo en equipo

Un neologismo: Paradojear

Técnicas del 2do. Módulo

Emergentes del 2do. Módulo

Apropiación Conceptual

In-conclusiones acerca del 2do. Módulo

 

PARTE 3:

3er. Módulo y 3er. Power-Point: Didier Anzieu

La Resonancia Fantasmática

Fantasmática Grupal

Técnicas utilizadas en el 3er. Módulo

Emergentes del 3er. Módulo

Apropiación conceptual

In-conclusiones del 3er. Módulo

A modo de conclusión (abierta)

Haciendo un paréntesis: explicar las Organizaciones

Continuando con las reflexiones

A modo de cierre, pero con líneas de fuga

 

ANEXO 1

Narración de dos experiencias singulares

ANEXO 2

Textos que se utilizaron en los talleres- Videos

Esquema de Athos-Coffey

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA





domingo, 7 de febrero de 2021

El laberinto inevitable

 Javier Soverna 


Este cuento en capítulos transcurre en un mundo que es el nuestro y al mismo tiempo no lo es, un itinerario de ocurrencias y personajes que, si bien parecen surgir de la pluma de un escritor surrealista, se mueven dentro de los vastos límites del género maravilloso; género que tiene reglas tan propias que éstas se transgreden a sí mismas a cada paso.

¿Estamos en el hoy, o estamos en el mañana? ¿Hay una línea de tiempo y de espacio que contenga a nuestros personajes y a las situaciones que los ocupan? Esa respuesta será sólo de los lectores, y seguramente cada respuesta como cada lector, y en cada oportunidad en la que éste se acerque al texto, será distinta. Heráclito dijo cosas semejantes y Aristóteles supo hallar la sentencia precisa.

A la obra, aunque breve, la recorren diversos textos, incluso ritos de iniciación; descubrirlos enriquece su lectura, no percibirlos ¡nunca percibimos todo! – no resta a esta loca aventura.

¿El laberinto es una metáfora? ¿El laberinto nos recorre, es inevitable? Javier Soverna en esta nueva obra nos inquieta en su lectura.



Capítulo I

El señor Rasputinsky y su esposa María Magdalena tuvieron ocho hijos. Siete varones y una niña. Ernesto, el más grande, tenía quince años. Rodolfo, quien le seguía en edad, catorce. Juan José, trece. Julián Bautista, doce. Fernando, once. Salvador, diez. Gustavo, nueve, y la niña llamada Rosa, ocho.

A todos estos niños, lo único que verdaderamente les interesaba era el Antiguo Egipto. En realidad, a los siete varones solo les interesaba la figura reservada de Anubis, el dios con cabeza de chacal, guía de los muertos en el mundo de ultratumba. A Rosa, todos los aspectos que se pudieran conocer acerca del Antiguo Egipto (incluido, por supuesto, el oscuro Anubis) le concernían, le eran de gran provecho. Para hablar con precisión: la deleitaban. Poco y nada estas sedentarias criaturas se entretenían con los juegos tradicionales (las escondidas, manchas, muñecos, rayuelas, fútbol, tenis de mesa, dominó, triominó, barajas, bolitas, balero, PlayStation, et cetera).  

 


Los varones, a pesar de su corta edad, eran verdaderos especialistas en su materia. Mientras que Ernesto sostenía que los padres del dios eran Seth y Neftis, Rodolfo objetaba que eran Osiris y Neftis. Y Juan José, los tres. En cambio Julián Bautista decía que Anubis era el propio padre de sus padres y Fernando que él mismo se había dado la vida (la vida eterna, claro está). Salvador opinaba que había llegado al mundo divino a través de la generación espontánea. 

Por su parte, en los tiempos que corrían, Rosa estaba sumida en el estudio del complejo funerario y el palacio de Amenemhet III, de los que muchos egiptólogos suponían el origen del mito griego del laberinto, ya que ostentaban salas repletas de columnas en las cuales lo más normal era perder la orientación. Un entramado confuso y enmarañado. Como la cultura griega desde su nacimiento asumiera un contacto muy estrecho con la egipcia, más antigua, la hipótesis no parecía ser descabellada. 

Quien pensara que, por ser la menor y la única mujer entre siete varones, Rosa sería la mimada de sus padres, se equivocaba. Allí los ocho, aunque resultase difícil de creer, recibían la misma atención y afecto. Los Rasputinsky funcionaban como una familia orgánica, muy prolija, aceitada. Los diez, padres e hijos, desayunaban juntos, almorzaban juntos, merendaban juntos, cenaban juntos y se acostaban a la misma hora (incluso los de quince y catorce años): los diez terminaban la jornada en sus respectivas camas (el señor Rasputinsky junto a María Magdalena, por supuesto) con un libro en la mano. Las lecturas de los siete varones, obviamente, versaban sobre el dios Anubis. Las de Rosa, sobre el amplio universo del Antiguo Egipto. 

Se podía decir que, además, los Rasputinsky funcionaban como una familia metódica y conservadora. Practicaban hábitos antiguos, pasados de moda, como por ejemplo, los de respetar las cuatro comidas diarias; la moda del momento establecía otra cosa: las instancias eran dos: el brunch, entre el desayuno y el almuerzo (a eso de las 10:30 horas de la mañana); y el teanner, entre la merienda y la cena (a las 18:30, aproximadamente). En ambas circunstancias se reunía, determinada familia, religiosamente en torno a la mesa. Con luz solar, sus integrantes degustaban croissants, tartas de manzana y ricota, esponjosos budines, madalenas con pepas de chocolate, tortas, chirlas mermeladas, jamones cocidos y crudos, quesos, rodajas de salames, aceitunas, patés, sándwiches de miga, pepinillos, huevos revueltos, frutas, ensaladas o platos con verduras cocidas. Bebían agua, té con leche o chocolate, jugos de fruta (los adultos coñac, cerveza artesanal o vino). Durante la caída del astro y el inicio de la oscuridad nocturna, la dieta no variaba. 



Quien además pensara que, con la niña, sus hermanos se comportaran de manera tontolona, excluyéndola de sus elucubraciones infantiles por no ser varón como ellos, también se equivocaba. Ella era una más del grupo y ellos, cada uno por su lado, individualmente, también.

 

Javier Soverna nació en Ramos Mejía en 1979. Estudió durante tres años la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Se recibió de Bibliotecólogo en el IFTS Nro. 13 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Actualmente tiene una librería en Haedo llamada Tesalia. Como escritor y autor publicó los siguientes libros: In Memoriam Pseudo Calístenes (cuentos, Alción, 2012), Haedo en el centro del tornado (cuentos, Alción, 2013), Watteau (poemas, Alción, 2014), Kiökenmöddings (miscelánea, Alción, 2015), La multilocación (novela breve, Tahiel, 2016), Diario nº2 (novela breve, Tahiel, 2017), Descenso a los infiernos locales y otros textos (cuentos, Textos intrusos, 2018), Harmoneliehrre (miscelánea, Tahiel, 2019) y Poesía completa 2013-2020 (poemas, Textos intrusos, 2020). Como compilador y prologuista publicó Antología: los cien compositores de occidente, desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XXI (antología, Tahiel, 2017). Además participó en el año 2016 con una columna sobre bibliotecología en la revista Qu. En el 2019 su obra literaria fue representada en dos exposiciones pictóricas: “Ocho artistas plásticos y un escritor haedense”, llevada a cabo por el Honorable Concejo Deliberante de Morón; y en el “Espacio literario” de Expo-artistas 2019 en el Centro Cultural Borges.

 


 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Apuntes de introducción a la Filosofía de la Liberación

Basados en la experiencia del Taller Popular “Enrique Dussel” 



DANIEL YARMOLINSKI



Colaboración

de Silvia López



“La filosofía académica, por más revolucionaria que a veces parezca, en la medida en que se aleja de la realidad el pueblo torna al filósofo como un contemplativo lejos de todos los peligros y los avatares de la historia”. 

Enrique Dussel (1973).

 

Desde hace medio siglo nuestra región fue teniendo noticia de una  nueva corriente de pensamiento que nació en la Argentina de finales de los años 60. Un pequeño grupo de intelectuales sostuvo reuniones con singular vigor para dialogar sobre la realidad latinoamericana de aquella época. Sus ejercicios filosóficos no los realizaron enclaustrados en ermitas del saber sino a los pies de los Andes. No se resignaron a discutir los temas teóricos en boga sino que se atrevieron a formular una comprensión analógica del discurso crítico europeo y norteamericano que les habilitara con ciertos elementos categoriales sumamente sugerentes para cuestionar radicalmente a la modernidad capitalista que fue y sigue siendo hasta nuestros días la causa de la dependencia y de los procesos de dominación más nefastos que sufren nuestros países poscoloniales. Separándose tanto del marxismo ortodoxo como de las discusiones liberales, esta nueva filosofía se abría paso con métodos propios, con los oídos abiertos a la escucha discipular de los clamores de justicia del pueblo pobre. A medio siglo de distancia podemos preguntarnos con justicia ¿cuál ha sido el legado de este discurso filosófico no sólo en los centros académicos universitarios sino sobre todo en los procesos populares que luchan por una vida digna? En cuanto a lo primero sólo basta con dirigirse a buscadores especializados para poder saber el nivel de recepción de la Filosofía de la Liberación en diversas áreas del saber social y natural; pero en relación con lo segundo deben tomarse otras fuentes de información tales como los testimonios y documentos que este libro, curado pedagógicamente por Daniel Yarmolinski con la colaboración creadora de Silvia López, nos procura.

    

   Estamos ante un libro con un valor sumamente especial, un valor formativo, educativo. Su objetivo no es la de presentar a una comunidad especializada un nuevo texto teórico-filosófico del formidable Maestro Enrique Dussel; se trata, en cambio, de un esfuerzo ético por ofrecer o compartir, con un adecuado acompañamiento, la palabra producida en un núcleo de discusión intelectual a comunidades populares de vecinas y vecinos, hijas e hijos, abuelas y abuelos, compañeras y compañeros que están insertos en ciertos procesos de reivindicación popular. Se trata, en suma, de hacer-pueblo un texto filosófico pero no a la manera en que se ha ensayado por las academias, es decir, evitando considerar dogmáticamente (fetichistamente) el discurso especulativo; se trata más bien de una pro-vocación para discurrir y deliberar sobre los temas más apremiantes de la vida pública, una invitación al encuentro por la palabra y en la palabra del cara-a-cara de quienes han sido sometidos a una exclusión sistemática de la toma de decisiones a distintos niveles (en la familia, en el barrio, en la ciudad y en la nación), invitación encarnada en un colectivo que ha ido creciendo desde el 2016. La pregunta que nos arroja este libro es infranqueable: ¿cómo podemos rehabilitarnos políticamente en la toma de la palabra para poder decidir en común el rumbo de nuestra existencia? Esta rehabilitación, ciertamente, puede lograrse de diversos modos, pero el que han elegido Daniel y Silvia, el Taller Popular, nos devela un tipo de organización formativa que en simetría permite intercambiar ideas y propuestas teóricas pertinentes (propias y ajenas, cercanas y lejanas en el tiempo y en la geografía) para poder enfrentar la realidad compleja de todos los días. Taller Popular y no Taller de divulgación científica. La flecha de la comunicación no se origina en la academia sino el en compromiso militante de quienes aprecian el servicio de la producción intelectual. La palabra filosófica, así, no queda sacralizada y resguardada en una urna impenetrable, sino que es hospedada en la comunidad pedagógica que la traduce, medita y devuelve con nuevas impresiones, exigencias e ideas lo leído. Toda práctica de lectura es discipular, es analógica, mucho más en el ámbito de lo cotidiano, esto es, en la calle, en el fogón, en las barricadas, en los estadios y también en las plazas centrales, en un “formarse-formando” como lúcidamente expresa Daniel. 

    En el apartado denominado “fundamentación” se nos ofrecen las razones y las definiciones de lo que significa un “Taller” (donde “Todo integrante es a la vez docente, investigador y estudiante”) y sobre todo un “taller de Educación Popular” (“volcando sus conocimientos [Dussel] en situaciones concretas y prácticas del diario convivir (personal o profesional) de todos los integrantes del Encuentro… ‘hundir’ nuestros pies en lo cotidiano… ‘bajar’ las enseñanzas… ‘ver’ las categorías en clave práctica). Esta metodología de la educación popular tiene la misión de hacer-pueblo una enseñanza filosófica que vocacionalmente está desde el comienzo al servicio de las y los dominados. 



En la siguiente parte se da cuenta de las clases que Enrique Dussel impartiera en el año de 2015 comentando su libro clásico: Filosofía de la liberación.[1] Pero no se alarmen los futuros lectores y lectoras, la transcripción de estas clases se encuentra intervenida por indicaciones, pasajes subrayados y comentarios que permiten fijar la atención en lo esencial del discurso a la vez que lo hacen accesible (analógica) a quienes quieren “formarse-formando”. Por ejemplo, cuando Dussel habla de que la Filosofía de la liberación es un “marco de marcos” categorial que permite pensar cualquier tema o problema en diversos campos prácticos (totalidades), esta edición popular hace los énfasis pertinentes para poder dialogar sobre lo-dicho, lo que implica que al ser recibido por el colectivo orgánico se vuelve un Decir-vital). Este tratamiento se sigue en las 7 clases de Dussel (“Historia”, “De la Fenomenología a la Meta-Física”, “Totalidad”, “Mediaciones”, “Exterioridad”, “Alienación” y “Liberación”).

La última parte tiene textos complementarios de otros autores como Franz Hinkelammert, Rodolfo Kush, Boaventura de Sousa Santos, que permiten contar con material adicional de reflexión y análisis sobre temas difíciles para nuestro tiempo.

         No hay que dejar de lado el cierre de este libro educativo. Se trata de la conferencia “La función práctico-política de la filosofía” que Dussel leyera a sus estudiantes luego de haber sufrido en su casa, por parte de un grupo armado, un atentado de bomba el 3 de octubre de 1973. Lectura sobre otro gran maestro que fue condenado a muerte por haber “envenenado la mente de los jóvenes” atenienses: Sócrates.

         Estamos ante un libro escrito y re-escrito por amor al Pueblo, con hedor a él. Esperemos que siga pro-vocando la imaginación política de todas las generaciones y que sea el comienzo de una nueva estrategia educativa del “formarse-formando” en el cara-a-cara de las singularidades colectivas cuyas luchas forjan la Historia de nuestra Patria Grande. Enhorabuena por esta interpelación pedagógica de liberación.    

       




Jorge Alberto Reyes López (FFyL, UNAM)


[1] Originalmente publicada en 1977 en la editorial mexicana EDICOL, fundada por el mismo Dussel, y posteriormente integrada a la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica (FCE ) en 2011. 

Ver https://www.usi.edu.ar/wp-content/uploads/2020/12/Rese%C3%B1as.pdf